Lo quiero y me faltan los cojones necesarios para confesarlo, lo admito soy débil y soy aún más débil cuando está frente mío.
- ¿me puedes explicar que fue eso?, dime que fue real y me puedo morir tranquila-sonreí avergonzada, mis brazos rodeaban su cuerpo le levanté ligeramente el polo en la parte de la espalda y puse mis manos ahí, sentí su piel tan fría y a la vez me transmitía tanta comodidad, me dio un beso en la frente y se fue caminando despacio.
- Volteó me sonrío – ¿Romina tienes planes para mañana?
- No ¿porqué?–
- … ¿y para el resto de tu vida?- sonrió, el siempre estaba serio soltando sus chistes sin gracia, que en el fondo me encantaban, y se fue caminando-
- Espera, Diego, ¿te vas a ir así no más?- tragué saliva- podemos vernos el jueves en Miraflores, en la banca de siempre- caminó hacia mí, agarró mi mano y entrelazamos nuestros dedos, estábamos frente a frente y aún así mi mirada estaba clavada como una estaca en el suelo.
- Ok, los jueves será nuestro día, a las 6?
- Listo- me dio un beso en la mano y levanto mi rostro para que lo mirara.
- Cuídate un montón pequeña, un beso-dijo
- Sonreí y dije- Dos- y se marchó-
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