domingo, 5 de diciembre de 2010

Cap.21 Asì como apareció, DESAPARECIÓ.

Hoy me llamó Ale, me dijo que vendría , eso me dio mucha alegría ya que me siento rara, no hago las cosas por que las quiero hacer, si no por cólera, por impulsos, esos impulsos que llevan a cometer errores, esos errores que llevan a perder lo que más quieres, lo que espero y lo que esperaré. Aunque si no hubiera ido a ese hotel no hubiera sucedido lo del beso y lo demás, pero en fin, no eran las circunstancias que esperaba.


- Romina, puta madre te vas a morir.

- Habla bien chola, habla bien, te extrañé alucina, ¿un puchito?

- Todo lo que quieras amiga, hoy, todo lo que quieras.

- ¿Qué tienes corazón?, te noto alterada. Nooooo, amiga, no sufras- y solté una carcajada irónica.

- Romina, Diego…está…puta no sé como decírtelo- agachó su cabeza, se le empezaron a caer las lágrimas, recuerdo eso en cámara lenta, se sentó en mi cama, mientras yo caía de rodillas al suelo.



- Que mierda le paso, dime por favor, no me hagas esto Dios, puta madre, Alessandra dime huevona, dime- mi voz temblorosa ahogándose en el inicio mi llanto.



- Su gorda cojuda y maldita, le metió algo al trago, no sé bien la historia, pero la cosa es que ha declarado que se le pasó la mano y que no era su intención matarlo, lo peor de todo es que parece que fue idea de tu primo. Puta Romina, falleció ese día en el hotel, a las 4:12 am- miré al techo de mi cuarto, que era tan feo como yo (como mi amor decía), recuerdo gritar y vivir todo en cámara lenta, como si fuera el último minuto de mi vida.



- Romina todos ya saben, nadie tuvo los cojones de venir y decirte, hoy es el entierro, encontraron el cuerpo el lunes en la mañana- se le empezaron a caer las lágrimas mientras yo estaba en el suelo agarrándome la cabeza, sin sentido, sin poder retroceder el tiempo.



El orgullo, el ego y el rencor de la forma en que me trataba me limitaban a acercarme, a ser buena, linda con él, moría de miedo, el temor fue mi peor enemigo, ese temor al rechazo ó a quedar como una idiota. Así son las cosas pues, desapareció, no está más en mi vida, al irse se fueron con él mis ganas de relatar esta historia, mis ganas de contarla, mis ganas de desfogarla, mis ganas de volverla a sentir, así que lo siento pero este relato termina aquí. El se llevó consigo, sus caricias, lo único que me faltaba para sonreír. Su forma de caminar, su forma de pedirme un beso, su forma de hacerme sentir protegida, de hacerme sentir que todo estaba bien solo cuando lo tenía al lado, su capacidad de hacerme sentir que nada importaba más que nosotros cuando estábamos juntos, su mirada al pegar su frente y la mía, su aroma, extraño todo, absolutamente todo hasta lo mierda que podía ser cuando estaba molesto. Preferiría mil veces que esté con quién quiera, que me olvide, que piense que nunca existí en su vida, verlo de lejos y que no me reconozca, pero le ruego a Dios que me lo devuelva.

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