domingo, 5 de diciembre de 2010

Cap.22 FINAL.

En el entierro estaban todos, mirando aquel cajón que guardaba el que para mí era el hombre perfecto, tal vez sea un imaginario pero eso significaba para mí. El silencio mental se apoderaba de mi, miraba al techo, al cajón e imaginaba que sus labios se movían para sonreírme por última vez, estuve silenciosa, nadie me hablaba, a pesar de que disimulaba muy bien todos notaban en mi mirada ese brillo que solo da el amor. Su mejor amigo, que estaba dando unas palabras en el podio, de la nada dijo, “Romí se que tú tienes mucho por decir acá”, todo el velatorio voltio la mirada hacia mí, no sabía qué hacer ni a dónde meterme, me paré subí los tres escalones que me llevaban al podio, Antonio me dio el micro.


“No voy a llorar, ya no más,- agaché mi rostro y luché con esas ganas de soltar mi tristeza- solo espero que esté en algún lugar mejor, ya no me importa que solo permanezca conmigo en mis sueños, así es el destino, espero que me esté escuchando, y solo quiero decirle, adiós Dieguito y aunque nunca te lo haya dicho, me muero por ti y así será siempre”.

Llego a mi cuarto y me hecho, miro al techo y me acuerdo de su cara sonriendo diciendo que mi techo es feo igual que yo, que soy una ilusa, etc. Tengo en una caja todo lo que tenía de él, un piercing de lengua, un chanchito, una casaca, una carterita de mano hermosa, cartas, un collar con una tabla y dos rosas completamente marchitas. Voy a fumar marihuana al parque y veo las bancas donde años atrás nos besábamos. Voy a chupar a la casa de mis amigas y lo veo sentado en un mueble sonriendo y contando sus historias, burlándose de todos, incluyéndome. Me paro en la puerta de mi casa en la madrugada cuando vengo de tomar, volteo y veo el taxi vacío, sin él; mientras meto la llave suelo imaginar sus cosquillas en mi cuello, su mano y mi mano entrelazadas. Paso por el parque Kennedy y veo la banca donde solíamos sentarnos y reír. Veo su foto en mi velador y sé que no podré dejarlo de amar. Yo soy el piloto de mi vida, y él era el copiloto que quería tener, el único, si no lo tengo a él no quiero a nadie más, prefiero que ese lugar esté vacío a que lo ocupe alguien irreal.

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