viernes, 22 de octubre de 2010

Cap.19 al Hotel con Brunito

Doblamos la esquina y entramos a un Hotel que quedaba cerca al local, era un hotelucho lleno de parejas carretonas después de un sábado de juerga, en el lobby del Hotel estaba Diego y su “gorda”, en ese instante sentí que quería morir, llorar y no existir. Me aguanté las lágrimas lo miré fijamente, recuerdo su mirada de ¿Qué haces acá?, se notaba que no lo podía creer.


- Romina, ¿Qué haces acá?- en su rostro notaba su decepción y el notaba mi histeria, sabía que la notaba, el me conoce muy bien.

- Yo? Que hago acá? Vengo a ver televisión en un cuarto como tu Dieguito- en ese instante me llegó todo, no sabía por donde desfogar mi furia y en ese instante pensé, “se cagó este huevón lo odio, me tiro a Bruno”



Empecé a caminar hacia el ascensor mientras Bruno hablaba con la encargada, sentí que alguien me tomó del brazo y era Diego, solo hizo eso, me agarró del antebrazo – No lo puedo creer Romina, te cagaste y así dices que “ahora” ya sabes querer y valorar, perfecto- su cara era el reflejo de la decepción mezclada con la impotencia de no poder decirme nada más. No le contesté, solté mi brazo a la fuerza y seguí mi camino; ese camino que, no tenía profundidad, consistencia, razón de ser ni sentimientos ya que todo eso se quedó en la puerta del ascensor, con él.

Entré al cuarto me eché en la cama esperando que llegue Bruno, en mi mente solo estaba Diego con la chica esta, el despecho me invadía no sabía qué hacer ni cómo reaccionar, así que decidí escribir “QUIERO CONFESAR que soy débil de corazón y mente, que soy aún más débil cuando no estás, cuando me dices “NO”; que no quiero ni luchar, y quiero confesar que la palabra resignación apareció en mi vocabulario”. Impotencia, la siento a diario y con ella gritar ni llorar es suficiente. Llegó Bruno al cuarto.

- ¿Te estás quedando dormida Ro?

- Por favor Brunito- me paré lo jalé hasta la cama agarrándolo del cuello, fingir que todo está bien es mi especialidad.

- Qué rica eres carajo

- Suelo causar ese efecto Die…- me quedé mirándolo a los ojos fijamente, estupefacta no podía creerlo, lo acababa de confundir, mierda estoy en el fin del mundo.

- ¿Diego? ¿Quién mierda es Diego?

- En qué momento dije Diego, ay Bruno estás lunático- sonreí y le saqué el polo.

- ¿Es el huevón que estaba en el recibidor cierto?

- Puta, sí.

- ¿Te gusta?

- Ajá- estábamos casi desnudos, paramos la acción de todo para su avalancha de preguntas.

- ¿No te dolió verlo ahí, con otra?

- Créeme que si no me hubiera dolido no estaría acá contigo casi desnuda a punto de hacer algo sin razón de ser, yo no soy así, el despecho me hace volver a nacer, me crea de nuevo y me inventa retos que no son míos.

- A mí también me afana una flaca, la quiero un montón, pero tampoco voy a estar todo arrastrado pues.

- ¿Anda sí?, la diferencia es que yo no quiero a Diego solo estoy confundida y arrepentida por cosas del pasado.

- Si lo quieres Romina, no te engañes, de nada te sirve.

- Te juro que no Bruno, te lo juro, no pasa nada.

- No te quieres dar cuenta alucina.

- Ya fue, ¿fumas hierba?- Dije-

- Si, ¿fumamos y tiramos?, va ser buenaso ah, ahí si nunca MUERO.

- No, ya se me quitaron las ganas payaso, por cualquier lado quieres METER tu cucharita. Aunque puede ser, depende de tí- lo quedé mirando con una cara retadora, que de por sí emitía vibraciones calentonas en la habitación.

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