Estaba caminando en la calle, a la espalda de mi casa hay un parque, caminaba sin sentido y recorría las bancas por las que habíamos estado Diego y yo un par de años atrás, estaba escuchando reggae y hablando sola “La vida tiene cosas buenas, estoy segura, pero se vuelven invisibles cuando las buscas…”. Me encontré con Sergio un amigo que vive a la espalda del parque, el estaba fumando marihuana sentado en la vereda, a penas lo vi no sé porque me dieron ganas de correr y llorar con él, vi en su rostro la misma tristeza que vi en mi cara unos metros atrás cuando vi mi reflejo en un carro, grité para que se acerqué y nos sentamos en una banca.
- Habla Romina que tal, que milagro caminando por acá
- Nada lo que pasa es que estaba pensando un poco, ¿y tú?, a ti te veo pensando con muchos ánimos- riendo de medio lado y sin muchas ganas.
- Que irónico, tú dices que estoy pensando cuando lo que menos quiero hacer ahorita es pensar.
- No dejes que los problemas te invadan, en el peor de tus días , en el peor momento, el más triste, en realidad es el mejor para demostrar tu fortaleza.
- De la única manera en que saco fortaleza es… puta no sé fumando, esto me llena, me da paz, me aleja de mi realidad, me da una sonrisa momentánea y si no me hace sonreír me hace NO pensar.
- Tú medicina me suena bien.
- Quieres que te dé la cura?- me miró y supo rápidamente que la insatisfacción en mi supuesta sonrisa era un si.
Fumamos un buen rato, nos echamos en el pasto, olía a eses de perro pero nada importaba más que las ganas de reír y olvidar.
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