sábado, 7 de agosto de 2010

Cap13 Ro se da cuenta de que QUIERE A DIEGO. y se tortura con eso

Pablo Neruda es un capo, no hay nada que hacer. Me la pasé toda la tarde leyendo poemas, mi frase favorita y con la que me identifico con exagerada razón es “Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante”, en esa frase nos planteó que el amor nos puede llevar también a la obsesión.


Hoy recordé un día cuando estaba con Diego tomando en la casa de Alessandra, nosotros estábamos tirados en un sofá, apartados de los demás, hablando de nosotros, de cuanto nos queríamos, de cuanto habíamos cambiado uno por el otro. No sé que me sucedió, ¿porqué la cagué tan feo con el único que no me hizo mierda?. No aguanto la conciencia. Ese día regresamos a mi casa y era el cumpleaños de mi hermano así que todos estaban en el terraza ebrios, los dos estábamos solos bordeando las tres de la mañana sentados en mi sala, abrazados, besándonos, jugando, etc.

- ¿Gorda hay que sacar una chela de la cocina?- sonriendo pícaramente.

- Amor no, estoy asqueada del trago suficiente con lo que tomé donde ale- levemente seria.

- ¿Amor, me tienes miedo? No te voy a violar en la cocina- y soltó una carcajada.

- ¿Qué? Oye a ti no te tiene miedo ni una mosca ¿YA?- y lo besé agarrándole el rostro.

- La picona al desnudo-

- Ya quisieras, Cállate la boca, amor no empieces que de ahí estás llorando como huevón, y te quejas- soltando una carcajada en exceso burlona.

- Claro, CLARO. – me miró de reojo, como siempre, le sonreí y lo agarré de la mano. Siempre le decía eso “de ahí estás llorando como huevón”, es la única manera de sentir que yo no soy la única estúpida que está empezando a “querer en exceso”, para sentir que por lo menos una vez ES MUTUO.

Nunca tuve relaciones con él y no sé porqué, ya que nunca me sentí más segura que con él. Entramos en la cocina y cuando estábamos parados exactamente al frente del refrigerador nos miramos fijamente y empezamos a besarnos, yo estaba con vestido, no perdió mucho el tiempo para bajar las tiras que lo sostenían, tenía el vestido debajo de la mitad del cuerpo, abrazados, mientras hacíamos nuestras “cosas” escuché ligeramente los pasos de alguien bajando las escaleras, no le di mucha importancia al caso, en eso entró en la cocina mi cuñado que gracias al cielo estaba borracho y no se percató mucho de la situación. Creo que en microsegundos nos acomodamos, bueno, eso intentamos.

- ¿Qué pasa acá, que pasa acá?- muriendo de risa y tambaleándose.

- Ay, me asustaste, no pasa nada, estábamos discutiendo-

- Ah, ¿discutiendo?, ahora entiendo porque tanto silencio Rominita, pendejos- soltó una carcajada burlona.

- Que payaso, ya vaya no más interrumpes- sonriéndole para que se vaya.

No dejo de pensar en él, no dejo de recordar, no dejo de torturarme, ¿Qué mierda me pasa? El es tan espontaneo, siempre tiene algo que decir que me arranque una sonrisa, siempre tiene una nueva forma de retarme, una nueva forma de hacerme sentir importante, convierte en inercia mi confianza hacia él, me dan ganas de mirarlo y abrirme hacia él, contarle mis problemas, siento que él es lo que necesito y la estabilidad que mi esencia me pide a gritos. Hablé con Alessandra le comenté que me estaba sintiendo atraída hacia el de nuevo.

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